Shôgun (2024); «vuelve la aventura en el Imperio del Sol naciente»

En 1975, el escritor James Clavell publicó Shôgun, una novela de ficción histórica ambientada en el Japón feudal. Aquello fue un éxito de ventas, no. Fue mucho más. Shôgun, el libro, acabó siendo un betseller y encandiló a todo tipo de lectores. Un prestigiosa publicación de ensayos editó “En Learning From Shogun: Japanese History and Western Fantasy” donde se analizaba la importancia educativa del libro. El trabajo sobre esa recopilación de ensayos en 1980. Se detallaba todo el significado de la obra, gracias al profesor Henry Smith, que escribió: “Shôgun probablemente ha transmitido más información sobre Japón a más gente que todos los escritos combinados de eruditos, periodistas y novelistas desde la Guerra del Pacífico”. Al igual que el  New York Times  Magazine detalló este fenómeno cultural en 1981, diciendo; “los lectores de Shogun han informado comúnmente que se han quedado tan absortos en la novela que sus trabajos y matrimonios palidecen en comparación.” Cuando la adaptación original se emitió en la NBC durante cinco noches en 1980, Shôgun no tenía precedentes en la televisión. Rodada íntegramente en Japón, la miniserie abrió un nuevo mundo y una nueva cultura a los espectadores estadounidenses, al tiempo que mostraba actos de violencia gráfica y sexualidad poco frecuentes en la televisión de la época. Protagonizada por Richard Chamberlain como Blackthorne, Toshiro Mifune como Toranaga y Yoko Shimada como Lady Mariko. Un acontecimiento irrefutable. Shogun, de NBC, narraba la historia desde el estrecho punto de vista de Blackthorne. Los diálogos hablados en japonés ni siquiera se subtitulaban en la pantalla, lo que extendía la sensación de aislamiento y desorientación de Blackthorne al público, sacrificando al mismo tiempo las perspectivas de la mayoría de los personajes japoneses. El éxito de la novela fue sólo el principio. En 1980, Shôgun se convirtió en una miniserie de televisión ganadora de Emmys y Globos de Oro; que atrajo a más espectadores que ninguna otra miniserie hasta entonces, exceptuando, la mítica Raíces. En 1990, el libro se adaptó al formato de musical y se llevó a Broadway.

Ahora, casi medio siglo después de la publicación de Shôgun, FX revive la historia para una nueva generación. La pareja de showrunners tiene el enorme reto de readaptar este relato épico y extenso —cuyo texto original abarca más de 1.100 páginas- y contarlo de una forma nueva y significativa. “Queríamos tomar el espíritu de James Clavell, el espíritu de este libro, y ser fieles a él, porque es una historia magistralmente tramada, los cimientos que nos dieron». Justin Marks (Top Gun 2022, The Jungle Box 2016 y Counterpart 2016) uno de su prestigiosos guionistas afirmó: “Queríamos traerla a la era moderna —algo que el propio Clavell habría hecho hoy—tomando y actualizando lo que funciona en ella, que es esta gran historia, este gran romance, este gran drama político”. Shôgun se rodó en Vancouver a lo largo de un agotador periodo de 10 meses, pero el compromiso de la serie con la autenticidad, termina por crear una representación impresionante y minuciosamente detallada de Japón durante este periodo único de su historia. Un trabajo que ha contado con el asesoramiento de expertos japoneses especializados en gestos o movimientos, hasta organizar un campo de entrenamiento, para que los actores aprendieran a luchar con espadas samurái. La producción parece no haber reparado en gastos a la hora de crear una caracterización lo más convincente posible del Japón feudal. En el centro de la historia de Shōgun está la llegada de un barco que cambiará la dinámica del poder en Japón para siempre, pilotado por un inglés llamado John Blackthorne (Cosmo Jarvis, Raised and Wolves 2020&Peaky Blinders 2019). Aunque pronto será capturado y encarcelado, muy pronto se convertirá en alguien muy valioso, ante  hipotética posibilidad de guerra civil, inminente, en el lejano país nipón. Toranaga, que se enfrenta a una posible sentencia de muerte por parte del corrupto y hambriento Consejo de Regentes, acabará cruzándose con Blackthorne. Descubrirá que este marinero generalmente torpe, a quien comienzan a llamar “el bárbaro”, puede ayudarlo a utilizar las resbaladizas fuerzas del destino a su favor.

A medida que el trío se alinee contra enemigos comunes, incluidos sacerdotes jesuitas y comerciantes portugueses, se acercarán justo cuando el mundo tal como lo conocen amenaza con fracturarse. Mientras tanto, el interés amoroso corre a cargo de Lady Toda Mariko (Anna Sawai), una atractiva cortesana con un marido celoso que es reclutada para traducir el portugués de Blackthorne (porque, obviamente, allí, nadie habla inglés, excepto los clérigos portugueses) al japonés. Anna Sawai, por cierto es una antigua estrella del pop japonés, que está arrasando en el mundo de la interpretación, protagonizando el drama de la BBC (Giri/Hadji, Fast and the Furious 9, Pachenko de Apple TV+) y, más recientemente, Monarch: Legacy of Monsters, en la que comparte protagonismo con Godzilla. Aquí, sin su reptiliano coprotagonista, está plácidamente fascinante.Shôgun es un drama de prestigio por todo lo alto. Lugares exuberantes (cuesta creer, lo reseñado arriba, pero este Japón del siglo XVI se ha hecho en Vancouver), interpretaciones soberbias y una historia atractiva que puede llevar su tiempo, pero que atrae inexorablemente al espectador. FX no escatimó en gastos a la hora de elaborar una adaptación exuberante y fastuosa con una construcción del mundo envolvente que te transporta al Japón feudal a pesar de estar rodada en su mayor parte en Vancouver. No estoy seguro de cuál es el presupuesto de esta serie, aunque dicen las gacetas entendidas de Hollywoodland que es el mayor que ha gastado nunca la cadena FX. Los efectos especiales de los dos episodios son bastante impresionantes, especialmente las escenas de la tormenta oceánica. La mezcla de CGI y efectos prácticos para dar vida a la Osaka medieval es bastante espectacular, A los quince minutos del primer episodio de la serie de FX, Shôgun ambientada en el Japón feudal de 1600, tiene lugar una importante reunión entre el Consejo de Regentes, un quinteto de señores que gobiernan colectivamente el viejo país tras la muerte de su antiguo líder, que ostentaba el título de Taikō. Uno de estos hombres, sin embargo, está claramente en las afueras; Señor Yoshii Toranaga  (Hiroyuki Sanada, Sushine 2008, Helix 2014, Bullet Train 2022 y John Wick 4 2023) se ha convertido en más de un obstáculo que una ventaja para sus compañeros miembros del consejo, especialmente el Señor Ishido Kazunari (Takehiro Hira Giri/Haji 2019, The Swarm 2023,Monarch: Legacy of Monsters 2023), que atribuye su ira colectiva al crecimiento de Toranaga de su feudo y el poder general, aunque es obvio una motivación más convincente se encuentra justo debajo de la superficie. Las disputas se suceden con aparente civismo, pero con cada una de las garantías de Toranaga («Nunca seré el primero en romper la paz») y de sus cautelosas objeciones —incluida la acusación de que mantiene cautiva a la madre del hijo heredero de los Taikō (“La Señora no es más rehén en mi castillo de lo que yo lo soy aquí, en este lugar”)—se hace cada vez más evidente que Toranaga está metido hasta las cejas en problemas.

Quizá haya demasiados encuentros tensos en habitaciones ordenadas, pero eso se compensa con una acción trepidante, de infarto, ya sean escenas de batallas, a cielo abierto o como nuestros héroes se enfrentan a los elementos en barcos, donde la cámara se pone directamente en la cara de las pobres almas que se estrellan contra las tormentas o las rocas. Es algo muy sobrecogedor. Toda una historia de imperios que se enfrentan entre sí, de intrigas políticas y de lucha por el poder. Y para la intriga, tenemos un buen número de rivales, despiadados señores de la guerra, además de los diversos secuaces de Toranaga, y diversos bandidos, samuráis, sacerdotes jesuitas urdidores, geishas libidinosas y asesinos escandalosamente hábiles. Si les gusta la política casi incomprensible del shogunato, las escenas gráficas de corte y troceado, la acción de espadachines y las recreaciones exuberantes del Japón de principios del siglo XVII —¿y a quién no?— éste es sin duda tu mejor chupito de sake. Curiosamente, la arribada de Blackthorne, no sea de las más celebradas por la tierra del sol naciente. Tanto que el mismísimo JB, por tener, un cierto decoro de la cortesía británica y el coraje de un druida ante el imperio romano, terminará siendo una de las manos derechas de su amo y gobernante, al nombrarle Hatamoto. Un montón de peligrosas facciones enfrentadas entre los japoneses (que lo consideran un bárbaro apestoso y peludo y no tienen ningún reparo en hervir vivos a los cautivos para ver lo bien que mueren) y los jesuitas portugueses que controlan en secreto el comercio de Japón a través de su bastión en Macao. James Clavell, aportó una perspectiva que era en gran medida la del occidental transportado a un mundo oriental desconcertante y extraño. Ahora que la televisión, y los valores en general, son mucho más internacionales, la parte japonesa está mucho mejor representada, con escenarios auténticos (sin anacrónicos rastrillos, por ejemplo, en el castillo de Osaka) y menos lugareños inescrutables. El actor japonés clave es Lord Yoshii Toranaga, a quien conocemos por primera vez bajo la acusación —y probable sentencia de muerte— del Consejo de Regentes que dirige el país desde la muerte del venerado líder Taiko.

Hay un buen número de comparaciones televisivas circulando por ahí, en concreto con Juego de Tronos, que no se le ve gran inspiración en el mejor de los casos, ya que los únicos puntos de similitud serían la intriga política situada en un escenario temporal alternativo; si uno estuviera realmente desesperado por establecer comparaciones uno a uno para destacar una lucha por el poder en la que un pez fuera del agua juega un papel vital, Deadwood sería una comparación igual de viable (supongo que eso convertiría a Blackthorne en Alma Garret). Es el tipo de epopeya artesanal que se siente parte de una época pasada, dado el uso exhaustivo de CGI. Shôgun está pensada como una serie limitada, ya que la temporada cubre la totalidad de la novela homónima de James Clavell que actúa como material de origen. Al parecer sus showrunner están convencidísimos sobre la idoniedad de su duración, en el formato de miniserie con 10 episodios. Volviendo a nuestro protagonista, a diferencia de su homólogo histórico en la vida real (que tuvo poca relación con el marino inglés William Adams, en quien Blackthorne se basa libremente), Toranaga comprende rápidamente que este anjin (bárbaro) deus ex machina del otro lado del mundo puede ser su improbable salvación. Uno solo desearía que Shôgun se construyera únicamente en torno a ellos. Si bien la serie se está preparando para una inmensa confrontación que amenaza con subsumir a todos los personajes en su sangrienta estela, la presencia de Sanada y Sawai es lo que mantiene unido a Shôgun. Ellos dos están sobresalientes cuando se hallan en el centro de la historia. En particular, Sanada aporta un equilibrio entre un líder reflexivo y un padre problemático que no está seguro de cuál es el mejor camino a seguir. Sin adelantar lo que sucede, un momento en el que nos acercamos a observar el dolor en los ojos de su personaje, que se endurece en su mejor intento de determinación fría e inquebrantable, es silenciosamente demoledor.

Aunque Blackthorne sigue siendo nuestro principal guía en el mundo de Shôgun, ya que el inglés aprende las costumbres y tradiciones de Japón, Toranaga es la figura central y la verdadera estrella de la serie. No es fácil seguir los pasos del difunto y gran Mifune, que colaboró frecuentemente con el magistral cineasta Akira Kurosawa, pero la imponente interpretación de Sanada como el regio Toranaga destaca por sí sola. Más de 20 años después de que el actor de 63 años hiciera su primera aparición importante en Hollywood en El último samurái 2003, Sanada asume una labor adicional e importante como productor de Shogun; lo que le brinda una mayor oportunidad de contribuir entre bastidores. Cuando Sanada empuña Shôgun en sus manos, no te atreves a apartar la mirada ni un segundo. Más allá de todo el espectáculo y la inminente batalla que se avecina, sigue siendo tan espectacular como siempre, cortando cualquier tontería residual en el espectáculo para encontrar su núcleo más resonante. Sus persecuciones están captadas de forma soberbia, desde una cinematografía arremolinada y llena de olas en un momento, hasta paisajes marinos suavemente menguantes y sobrecogedores en el siguiente; aquí, los paisajes de terror y belleza están en precario equilibrio. Perpetuamente bañada por la niebla, la cámara avanza con regularidad a través del agua, los bosques y los palacios, descubriendo con vacilación nuevas tierras, ansiosamente consciente de los asesinos silenciosos al borde del encuadre. En su interior hay personajes elegantemente ataviados con sedas finamente detalladas y armaduras ornamentadas que brillan en la niebla de la guerra, ya sea en una vista o en un retrato a la luz de las velas.Los sentimientos mutuos de John y Mariko se ven complicados por numerosos factores, entre los que destacan el marido de Mariko, Buntaro (Shinnosuke Abe, Downtown Rocket 2015, BG: Shinpen keigonin 2018 y Kazoku 2023), y el infame pasado de su familia, al igual que la búsqueda de la supervivencia de Toranaga se ve dificultada por pactos y alianzas en los que nunca se puede confiar plenamente. La explicación de Mariko sobre la “valla óctuple” —un muro interior figurativo que los japoneses aprenden a levantar para ocultar sus verdaderos corazones del mundo exterior— es crucial para la trama, ya que la sospecha y el engaño están a la orden del día, y son vitales para mantener la cabeza sobre los hombros.

También hay veteranos de la industria que interpretan a diplomáticos que gobiernan como regentes en ausencia de un emperador. Cuando se reúnen Lord Sugiyama (Toshi Toda  Letters From Iwo Jima 2006, Masterless 2015, Monster Island 2019), el principal adversario de Toranaga, Lord Ishido (Takehiro Hira) y otros, Shogun pone la política en primer plano. Shôgun se convierte entonces en una cuestión de poder más que de búsqueda de la paz. Con amenazas de todas partes, Toranaga debe adaptarse o morir, burlar a sus enemigos y detener sus conspiraciones. Al igual que Juego de Tronos, este clásico de James Clavell se siente rico, plenamente realizado y poblado por personas con obstáculos que superar. Las apuestas emocionales son altas, las pérdidas llegan a las entrañas y la violencia tiene consecuencias. A medida que Shôgun avanza, emerge una historia llena de verdades universales y de una autenticidad innegable. Más allá del inigualable diseño de producción y de las secuencias en las embarcaciones; esta adaptación hace que una historia compleja sea fácil de ver. Con subtítulos en japonés en todo el metraje y la sustitución del portugués por el inglés, se han hecho ciertas concesiones dramáticas. Sin embargo, ese cambio intencionado es el único en una serie que pronto será considerada un clásico. Shogun parece una saga de Hollywood a la antigua usanza, con una atención al detalle sólo comparable a la de El último emperador. Este tipo de series no abundan y Shôgun 2024 tiene el potencial de dejar un legado a grandes producciones cinematográficas como The Last Emperor (1987), Memoirs of a Geisha (2005) o la más cercana; por la cantidad de aristas que ensamblan y adaptan con tanta elegancia. Algo muy propio de ese productor/guionista —tan sui generis— llamado Michael de Luca, The Last Samurai (2003). En definitiva, Shôgun 2024 es un producto que lo tiene muy claro y  a medida que transcurre la acción va directa hacia un final que resuelve las cosas de un modo complejo y conmovedor. Puede que el gran acierto del argumento de Marks —de este entrañable cuento— sea más que genial: es decir, brillante e hipnótica. Algo  que en un mundo televisivo cada vez más inundado de mediocridades, eso es más que suficiente para ganarse el tiempo y la atención recurrentes de los espectadores. Amén, de una generación de bumers que disfrutaron de las andanzas por este país —cuando había una sola cadena de TV, la actual TVE— con aquel opositor a escudero seductor. Sí, aquel australiano, llamado, Richard Chamberlaim. Lo dicho, merece mucho la pena esperar el total de los 10 capítulos de esta fantástica serie; para ver el final de esta hermosa aventura. Nota: 8,8

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