Johnny Eager (1941)

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High Wall (1947)

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Longmire (2012)&Graig Johnson

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Craig Johnson (Huntington, West Virginia, 1961), novelista y dramaturgo estadounidense; es autor de la popular serie de novelas protagonizadas por el sheriff Walt Longmire, las cuales, han sido adaptadas a la televisión con gran éxito. Hace ya dos años que el canal de cable A&E, otro de los nuevos satélites del gigante Warner apostó por ello. GJ, reside en la pequeña localidad de Ucross en el estado de Wyoming, donde ha trabajado como docente y agente de la ley. Aislado del mundanal ruido de la gran ciudad vive en su rancho junto a sus perros y caballos. El protagonista, Walt Longmire no es más que una extensión del escritor G. Johnson en todas sus facetas: el solitario amanuense y alter ego del personaje de su obra. Amén, del ser humano que es Johnson. Una particularidad más del clásico estilo americano de ver la vida. Una visión de la vida, que cala entre el lector y el espectador medio del agreste e infinito Oeste de los EE.UU. Hablamos de Western, Noir fronterizo, y ficción criminal. GJ, ya va por la séptima novela de las andanzas del viejo Wyoming. Su personaje el sheriff Walt Longmire sigue, a lo suyo, atando cabos y bebiendo su cerveza favorita: Rainer. Obra editada, por la no menos interesante editorial Siruela. La verdad, que fue una casualidad que acabará viendo el primer episodio de esta serie con maneras muy Sherlockholmenianas. Bien, la cuestión es que me he imbuido en el mundo criminal que pulula por estos lares. Los productores ejecutivos, Crhistopher Chulack, John Coveny, Hunt Baldwin, Michael M. Robin y Patrick McKee tuvieron la brillante idea de trasladar a New Mexico el contexto geográfico para aprovechar la infraestructura de rodaje que mantienen en aquellos parajes. El resultado no puede ser más notable, haciendo de las estribaciones montañosas de la Sierra de la sangre de Cristo, las idílicas cordilleras de Absaroka (Wyoming).

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Walt Longmire está interpretado por un actor australiano, Robert Taylor —todo haya que decirlo— es muy bueno (Matrix, The Fighter, The Unit y etc.) Se le nota que pone el acento del Medio Oeste y sale de apuro con nota. No tiene teléfono móvil, ni parece que esté por la labor de pedirlo para estas navidades. Es muy difícil ponerse en contacto con él. A menos que le suceda algo, a quien esté muy cerca del personaje. Su pequeña comisaria del condado cuenta con tan sólo cuatro oficiales, para cubrir una extensión aproximada a Extremadura. La oficina del retén está coordinada, por la eficiente secretaria, Ruby (Louanne Stephens). La serie arranca un año después de la muerte de la esposa del sheriff, WL en Denver donde estaba recibiendo tratamiento para el cáncer. Después del funeral, el sheriff Longmire  se encerró en sí mismo. Un duelo silente y desterrado en su remota cabaña. Espacio de tiempo, en el que joven ambicioso, puntilloso y rico ayudante Branch Connaly (Bailey Chase, Damages, Salvando a Grace), se ha posicionado como uno de los candidatos a las nueva elecciones para  sheriff del condado. Cuando nadie espera la aparición de WL, los oficiales Fergurson “Ferg” (Adam Bartley) y Victoria «Vic» Moretti Katee Sackhoff, (Battlestar Galactica y las crónicas de Riddick) — un joven y atlética chica que no hace mucho llegó de Philadelphia a Absaroka—informan de la muerte de un hombre en la montaña. Todo el mundo esboza una sonrisa, excepto Branch Connaly cuando Walt Longmire  reaparece en la oficina. Su hija, Cady (Cassidy Freeman), ha llevado la doble carga del luto por su madre y la comezón del estado anímico de su padre. Durante ese periodo de tiempo se han distanciado. Pero es la primera en entusiasmarse al verlo salir del atolladero y recomponer su vida. Ella se ha ganado una buena carrera como abogada de una prestigiosa empresa local. Necesita sentir la cercanía de su padre. Volver a ser el hombre que cuida de la villa de Absaroka. El sheriff comienza a indagar y las pruebas de balística dan con un affaire curioso. Se va hilando una trama que dará con una vieja venganza con forma de rifle de coleccionista del siglo XIX, un Sharps del calibre 45/70.

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Luego, está el problema de la reserva y la jurisdicción del condado  que coincide con las tierras de nativos americanos. Pues la competencia de los asuntos dentro de ese territorio está gestionada por la policía tribal. Así que con frecuencia el departamento del sheriff debe de  trabajar con ellos. En más de una ocasión, chocan los intereses de unos y los otros. El jefe de ese cuerpo es Mathias (Zahn McClarnon)La desconexión de su agenda y jurisdicción requiere con frecuencia la presencia del jefe de la tribu, Jacob Nighthorse (A Martínez). Afortunadamente, el mejor amigo de Longmire y miembro de la tribu es Henry “Oso Permanente” (Lou Diamond Phillips La bamba, arma joven etc) —ex boina verde—, siempre en contacto, entre una comunidad y la otra. Henry está casado con una india Cheyenne y regenta su garito de copas: el Pony Rojo. Allí, conoce y trata con un montón de gente que se deja caer a tomar un trago o cualquier tentempié. De algún modo, es el búho que observa todos los trapos sucios y devaneos, que se cuecen por la ciudad y la reserva india del condado. Podríamos definirlo como un eventual Watson nativo americano. Los hilos se van engarzando hasta relacionarse la venganza del asesinato con un asunto de prostitución. Diálogos irónicos, de Longmire y Henry. Así, como las frases sutiles entre la secretaria y el jefe. En ese papel tan habitual de las clásicas novelas policiacas. Longmire es un tipo reflexivo, se toma su tiempo y es un observador de primera. El guion está bien escrito, pues en gran medida Johnson colabora en él. Sólo queda la duda del propio WL, si será capaz de encerrar a sus propios demonios que lo atenazan. Cómo se aprecia en el despiste de la carretera con su viejo Bronco, saliendo por su propio pie. Un golpe de suerte, tras recorrer un montón de kilómetros para dar el pésame a la viuda del fallecido en la montaña.

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Un momento, muy emotivo. Salé triste y afligido. Su pensamiento vuelve a la pérdida de su esposa. Afortunadamente, emerge airoso con ese gesto entre el Tom Selleck de Magnum y un Dennis Weaver, en plan McCloud. Todo desde esa vis de un lirismo y celosamente lacónico que hacen de él, un tótem Made in Usa. La investigación nos llevará hasta el mundo de las tiendas de segunda mano, la prostitución, los ranchos de ganado, el tráfico de drogas y demás problemática que acechan lugares tan remotos donde el crimen se camufla entre caras bondadosas. Los creadores de este entretenido producto, en el fondo, han logrado ese aroma de los viejos westerns de Hollywood y sazonarlos con los procedimientos criminales de la clásica TV de detectives e investigadores privados de los 70. Saltándose el código episódico, pues cada capítulo es un caso a resolver. La mejor lectura sobre “Longmire,” tal vez sea la fidelidad a los textos de Graig Johnson. Igual que Justified, lo es a Elemore Leonard. Dando por hecho que Leonard esta tres peldaños por encima de la prosa del bueno de Johnson y Justified es más cínico, por ende más kármico. No por ello, ninguno de los dos desprecia la esencia de Conan Doyle, en un territorio virgen y salvaje de la América profunda rodeada de esos pequeños pueblos donde nunca pasa nada y siempre hay algo. Los ecos de Twin Peaks y Fargo se sienten en los tímpanos. Lento pero seguro, con la fiabilidad de un bourbon, reposado y suave. Longmire ha sido cancelada por el canal A&E cuando tenía una audiencia de más de tres millones de espectadores en su tercera temporada. Las críticas llegaron hasta noticiarios del prime time. América tiene sus reglas y la gente quiere al Sheriff. Son las cosas que suelen escribir gente sencilla o fácil, como algunos gustan denominar. Ah! y no se preocupen, que en el país donde más fe tiene la gente, a veces, funciona. La serie Longmire ha sido comprada por la todopoderosa productora del Streaming Netflix. Próximamente, habrá cuarta entrega. No se fíen de las apariencias, mi abuela me lo decía; el que no llora, no mama… Nota: 7,2